Ante un partir de las aguas

Por Guillermo Descalzi

Escritor, Periodista y Antropólogo

Los recuerdos de la presidencia de Trump estarán siempre ligados al caos y resentimiento vistos con toda claridad en el vergonzoso final de su administración, cuando lo más extremo de su base saqueó el Capitolio para mantenerlo en el poder. Trump ahora se dirige a esa base, diciendo que él, Trump, será ” su justicia” y “retribución”. En los Boy Scouts cantan una canción, “La batalla del calentamiento”. Ahora la canción de Trump bien pudiese ser la “batalla del resentimiento”. Es muy probable que gane la nominación republicana, y su victoria en las elecciones generales, si se da, presagiaría aún más caos, esta vez con gente de un nacional-populismo que le prepara el camino, y no hay que desestimar sus esfuerzos.

Los veteranos del primer mandato de Trump llevan más de dos años trabajando ideas que antes eran descabelladas pero que ahora se han convertido en ortodoxia republicana: Terminar el muro y poner fin a la ciudadanía automática para los nacidos en Estados Unidos, acabar con la financiación de la defensa de Ucrania, y, sobre todo, revolucionar el gobierno. Es como si estuviéramos en un partir de las aguas.

Por un lado, está la democracia tradicional americana, y por el otro una democracia impositiva basada en el culto personalista de Trump. Esta corriente, armada con la doctrina de un Nacionalismo Populista hambrienta de poder, está deslegitimizando las instituciones del estado, y lo hace como estrategia electoral para blindar a su líder ante la multitud de juicios que se le vienen encima. Quieren una democracia impositiva donde se haga lo que quiera el jefe, y tienen el descaro de acusar al gobierno actual de precisamente eso, de manejar las instituciones del Estado como quieran para servir sus propósitos y apresar a Trump.

Los “MAGOS” de MAGA prometen una democracia dirigida, acabando con quienes se les opongan en una monumental purga de empleados federales. Buscan quitarle los colmillos al Estado, empezando con el despido de alrededor de 50,000 funcionarios, despedidos a voluntad en un esquema conocido como SCHEDULE F, y exigen lealtad incuestionable a Trump. El mero expresar reparos sobre el asalto al Capitolio es motivo suficiente de descalificación, y no planean esto en secreto, lo hacen a plena luz del día. En su esquema no quedará nadie que se resista a una presidencia imperial sin control. Es parte esencial de su atractivo para sus seguidores, en una elección que nos dará a escoger entre esas dos versiones de la democracia, la impositiva y la tradicional.

¿Qué está pasando en este país, cuando viene un señor prometiendo la Muerte del Estado Americano Tradicional, Constitucional y va a la cabeza de uno de los dos grandes partidos de la nación?

Así estamos, entre un estado impositivo para destruir al estado institucional, entre dos corrientes. La administración borraría la independencia de todas instituciones del gobierno, despidiendo a los disidentes, especialmente el departamento de justicia y el FBI, a los que transformaría en herramientas de la presidencia, precisamente lo que dicen que hace Biden en su “persecución” de Trump. Si ganasen además las dos cámaras del Congreso, como es posible, nadie estaría en condiciones de detenerlo en lo que se le ocurra a Trump, empezando por legitimar el asalto al Capitolio. Si se promulgan estos planes, cuidadosamente trazados, Estados Unidos entraría a una democracia dirigida, un estado de Nacional Populismo donde la ley se convertiría en un arma de la presidencia, y los caprichos del emperador se alzarían sobre los escombros del estado que fue.  

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