Por Guillermo Descalzi
Biden no logra mover los elementos en pugna dentro del partido demócrata, progresistas y centro-derecha, sin cuya cooperación no podrá lograr nada. Los motivos son muchos, algunos netamente suyos, otros de carácter global. Alguna vez prometió deshacerse de la vergüenza moral de la administración anterior, pero hace mucho de lo mismo que su predecesor.
Parece seguir con el “America First” de Trump. En inmigración, aclara que lo que hace con los haitianos en la frontera sur no son deportaciones porque “esa gente no entró por métodos legales”, un claro “Trumpismo” ya que los solicitantes de asilo tienen derecho a pedirlo independientemente de su situación legal.
Ha dejado en pie una serie de acciones y actitudes que impiden la inmigración de Centroamérica, y hacen que la obtención de asilo sea casi imposible. La suposición era que esas tácticas serían cuestionadas, pero las acciones de Trump en la frontera sur continúan casi iguales. Pareciera que el país temiera el fin de los Estados Unidos que conocemos hoy, y el final también de nuestra hegemonía mundial. El fin no será tranquilo.
Estamos en pleno declive de nuestra producción, por la competencia china que la Casa Blanca no sabe cómo detener. Podrá detener lo que viene de abajo de la frontera con México, pero no lo que viene de China. Es más, el PBI chino ya sobrepasó al de Estados Unidos en el 2015.
Lo que por el momento nos permite mantener nuestra posición mundial es el acuerdo de Bretton Woods, de 1944, que estableció el dólar como moneda de intercambio y gestión mundial… pero será difícil que eso se mantenga igual. La práctica en las relaciones financieras ya está cambiando.
El fin del imperio económico estadounidense no es difícil de prever. Nuestra posición tiene debilidades fundamentales. Primero que nada, tenemos un inmenso déficit fiscal. También tenemos un enorme déficit legislativo en un congreso más centrado en política partidaria que en el interés nacional, un déficit particularmente agudo y ciego… Y tenemos un déficit de mano de obra en un país donde la mayoría quiere pertenecer a la evanescente clase media… Lo que nos trae de vuelta a la condición del indocumentado y el “problema” en la frontera sur.
Los anteriores son dos déficits unidos en la fobia anti-inmigrante que detiene a la administración Biden, paralizada también por la reacción en la también Demócrata y evanescente mayoría blanca. Los demócratas de centro derecha y los progresistas no están cerca de un acuerdo sobre cual debiera ser el futuro. Una cosa más: La inflación aumenta, con visos de no detenerse. La deuda nacional es gigantesca, y la inflación -paradójicamente- ayuda a pagarla.
Los de centro derecha parecen haber perdido de vista el gran panorama de una sociedad desigual, con millones que se sienten atacados, sitiados, estancados, alienados y desilusionados. Los progresistas parecen no ver que somos Estados Unidos y no Europa, un Estados Unidos más desigual, pero también más rico, innovador y productivo que Europa. Que no se preocupen mucho, las comparaciones futuras serán más con China que con Europa.
El partido republicano es reaccionario. El demócrata está paralizado, y tendrán que ver cómo maniobran en busca de un bienestar que armonice nuestros valores e intereses, que no son lo mismo.