Por Guillermo Descalzi
Escritor, Periodista y Antropólogo
Cambios. El cambio es una de las poquísimas constantes en la existencia. Nos movemos aun cuando parecemos parados. Nuestra velocidad combinada en el Universo es de dos millones doscientos cincuenta y nueve mil doscientas millas por hora. Esa es nuestra velocidad cósmica y se llama así. A esa velocidad nos movemos todos, aun dormidos en la cama. Washington parecía quieto, estancado, no moverse, y ahora, en menos de un minuto, cambió con el anuncio este viernes del nombramiento de un fiscal especial para conducir dos investigaciones criminales al expresidente Trump, y de encontrar suficiente evidencia, enjuiciarlo. No hubiesen empezado el proceso si no tuviesen ya suficiente evidencia.
Trump reaccionó como de costumbre, llamando a sus seguidores a poner su grito al cielo, diciendo que es un perseguido político por un Departamento de Justicia corrupto, y llama a sus seguidores a alzarse contra esto. Esto se da un día después de que Nancy Pelosi, el speaker líder de la Cámara de Representantes, y líder también, desde el 2006, del grupo de congresistas demócratas, una líder que parecía inamovible, pues renunció a su cargo el jueves
Con Trump y Pelosi parecía que nada se movía… hasta que se movió a velocidad cósmica. ¿Cómo y por qué? En el caso de Trump porque la procesión venía por dentro y no se notaba. En el caso de Nancy Pelosi, deja el cargo, a sus 82 años, por el martillazo que le pegaron a su marido en la cabeza. El autor del crimen fue motivado por la violencia verbal en el congreso. Hablaban tanto de la maldad de la Pelosi que alguien se vio motivado a ir a su casa a darle un martillazo en el cráneo. No la encontró, pero se lo dio a su marido. Ahora Nancy tendrá que cuidar de él con más atención de la que le permiten sus cargos.
Ambos casos, el de Trump y el de Pelosi, revolotean alrededor de un mismo tema, el de la violencia política, una amenaza al mismísimo sistema democrático del país.
La violencia política que empezó con Trump se desató después en las exhalaciones de boca de los congresistas que predominan en su partido, una violencia verbal cuya frase operativa es “Por razón o la fuerza.” No tendrán razón, pero producen fuerza con su verborrea y la violencia la ejecutan quienes la escuchan, gente como los saqueadores del Congreso el seis de enero antepasado.
Nuestra política está tomando un carácter violento. Muchos congresistas y lideres avanzan teorías de conspiración con su oratoria, pero esto les ha costado. No lograron la mayoría en el Senado, y la que obtuvieron en la Cámara de Representantes fue por un margen de sólo seis personas, cuando esperaban tener hasta sesenta más. Una mayoría de seis en una cámara con 435 representantes. Si esperábamos que eso los moderase, pues ahora, con el inicio de encausamientos criminales a Trump, esto se va a redoblar.
La violencia política, verbal y física en los últimos siete años ha pasado a dominio del ala derecha de nuestra democracia, tan de derecha que quizás prefiriera que el otro lado no exista. Para la “democracia a su estilo” el otro lado pareciese ser un estorbo. Se esperaba un poco más violencia verbal en el congreso, sobre todo en la Cámara de Representantes, pero ahora, con la puesta en marcha de las dos investigaciones criminales al expresidente… pues esperen no un poco más, esperen toda una cloaca de verborrea de boca de Trump y sus seguidores más leales en el congreso.
Por la razón o la fuerza
La sección dominante del ala derecha de nuestra política la abraza para gobernar, un secreto a voces en un país donde la derecha es tradicionalmente más aceptada que la izquierda… ¿También aceptaran su violencia, si se da y cuando se dé? Siguen ganando adeptos la declaración a priori de que si uno pierde su elección será porque hubo fraude, un engaño legitimado en el 2020 por ya saben quién. De hecho, es probable que el extremismo doméstico empeore con esto. El reciente martillazo en la cabeza de Paul Pelosi, de 82 años, es sólo uno de los últimos episodios.
La violencia verbal en la política tiene efectos corrosivos en el país: el acoso a los trabajadores electorales, las amenazas a jueces, manifestaciones con gente armada en capitales estatales, ataques a clínicas de aborto y centros antiaborto, amenazas a niños y jóvenes transexuales, las agresiones a auxiliares de vuelo y a escuelas y bibliotecas por libros que no son de su gusto, el naciente antisemitismo, todo esto y más, está a la orden del día. No se puede negar que las teorías de conspiración con retórica violentista alientan el uso de la fuerza en medio de la polarización cultural en el país.
Los grupos paramilitares se han vuelto una presencia habitual, en universidades, protestas y mítines políticos, algo inaceptable pero el público parece estar acostumbrándose a esa violencia y su realidad de manera lenta y gradual pero segura y alarmantemente. No es que queramos que le vaya mal al partido republicano, queremos que le vaya bien, lo necesitamos, pero es necesario que sus extremistas abandonen su retórica violenta, algo difícil con los pataleos que va a dar Trump con sus dos casos criminales.
Para terminar, el Partido Republicano estaría bien posicionado para la elección presidencial en dos años con un candidato fuerte como el gobernador DeSantis de la Florida, que tendría todas las posibilidades de liderar una verdadera ola roja. También está el exvicepresidente, Mike Pence, un hombre cuerdo, moderado, valiente y de valores cristianos. Los republicanos tienen que abrir los ojos y ver que hay y habrá vida después de Trump.
Democracia y Violencia, Guillermo Descalzi, 2022. blog https://todoenfinanzas.us, diciembre 08, 2022.