Por Guillermo Descalzi
Escritor, Periodista y Antropólogo
En el primero, hace dos años, 6 de enero de 2021, una banda de revoltosos de ultraderecha invadió el Capitolio. Este 6 de enero del 2023 el Congreso apagó la insurgencia de otra banda que interrumpía el proceso normal de la elección del líder de la Cámara de Representantes.
Mientras tanto, lo engorroso del proceso, es que es la primera vez en un siglo que no se elige al líder en la primera votación, y la primera vez desde 1856 que se necesitaron más de trece rondas de votación para lograr el cometido. Esto mostró el gran problema que tiene el partido, su “secuestro” a manos de la ultraderecha republicana.
El nuevo líder asumirá el cargo muy debilitado y comprometido, presidiendo sobre una mayoría que no sólo es chica, con sólo cuatro personas más de la mitad, sino que también será una mayoría muy volátil. Es una combinación peligrosa no sólo para el partido, también para el país.
Los rebeldes del Freedom Caucus han demostrado un deseo tan insaciable de poder que incluso las funciones más básicas del Congreso, como aprobar los presupuestos del país y elevar el límite de la deuda, serán difíciles de lograr en esta Cámara de mayoría republicana.
La Cámara de Representantes se ha convertido en un caldo de cultivo, donde se cría la cepa más virulenta de lo que aqueja al partido en general. Los días de votación han dado una impresión poco satisfactoria de la recién elegida mayoría de la Cámara de Representantes. El partido en su conjunto se ve desgarrado con este inédito y vano secuestro a manos de una minoría de extrema derecha.
Más de un líder republicano se ha encontrado ya con que es prácticamente imposible gobernar o liderar con una facción que llevó al retiro de los dos últimos speakers republicanos, John Baynor y Paul Ryan.
La rebelión contra Kevin McCarthy y su candidatura a la presidencia de la Cámara se basó no sólo en animadversión personal, sino, más que nada, en el impulso ideológico de un grupo de conservadores de extrema derecha para desfinanciar, desorganizar y desmantelar las instituciones del gobierno federal, y lo que más llama la atención ahora es que los ultraconservadores de la Cámara ni siquiera escucharon a su supuesto jefe, Donald Trump, que los llamaba a votar por McCarthy.
Esto lleva a preguntarse, si ni siquiera escuchan a Trump, ¿Quién será tan loco como para querer dirigir esa cámara? Bueno, aparentemente la respuesta es… Kevin McCarthy.
¿Qué quieren, qué buscaban los de esta facción extrema del Partido Republicano?
Dicen querer un presupuesto federal equilibrado -que no permita déficit alguno-. También quieren fortificar la frontera con México, desmantelar el Servicio de Impuestos Internos y sustituir los impuestos federales sobre la renta por un impuesto sobre el consumo, y debilitar al FBI y las instituciones de inteligencia del país, al departamento de justicia, y más.
También buscan que sea más fácil destituir a cualquier speaker que no haga lo que quieran, pidiendo que baste que un legislador pida su destitución, uno solo, para obligar al resto a votar sobre la destitución.
McCarthy, aparentemente, concedió hasta esto con tal de obtener el puesto, y allí está otra razón por la cual están contra el: que es una persona que hace lo que sea para lograr el apoyo de quién sea, que carece de columna vertebral para alzarse en favor o en contra de lo que sea, que es… gelatinoso.
Un pequeño “G20”
Es un grupo minoritario, de sólo veinte personas o más, opuestas a McCarthy, de una extrema derecha, tan extrema que es difícil ver lo que haya detrás de ella, y ese es otro peligro, que quizás no tengan principios reales, que sean como cowboys disparando a donde sea para arrear las vacas que quieran mientras tienen acorralado al resto del ganado, 20 contra todos, 20 contra 182 republicanos y 212 demócratas.
Es ridículo, pero así es el Congreso de los Estados Unidos en esta primera semana con mayoría republicana, lo que dice mucho acerca del estado del partido, y la fuerza o debilidad de su presunto líder, llevándonos a preguntar quien estará a cargo del partido: ¿Esos 20 revoltosos?
Los republicanos tampoco se ponen de acuerdo sobre lo que es el partido, y qué debería representar: ¿Debe continuar por el camino de Trump, o radicalizarse aún más como quieren los 20, o moderarse y abrazar a más para consolidar el poder?
La fractura republicana en la Cámara es el último ejemplo de un debate más amplio dentro del partido: ¿Seguirá necesitando abrazar plenamente a Trump?
McCarthy ha jurado lealtad a Trump, que le ha llamado “mi Kevin”, pero McCarthy tiene una visión más pragmática de la política que la de la Extrema derecha supuestamente trumpista en el partido.
Estas divisiones ideológicas animan los debates sobre quién es o debiese ser el portaestandarte republicano. ¿Trump? Lo ocurrido lo hace ver más débil que antes, y también está impulsando otras inquietudes, como quién debiera ser su candidato presidencial en el 2024.
Dado que no controlan el Senado ni la Casa Blanca, es posible que sus luchas internas en la Cámara de Representantes no tengan consecuencias inmediatas para el país… pero sí para Trump, que por primera vez parece señalar un camino distinto a aquel por el que va el que presuntamente es “su” partido. Como mínimo, la situación es un anticipo de las luchas de los republicanos para las elecciones del 2024.
¿Qué tan a la derecha están 20 republicanos que votaron contra McCarthy?
Son los legisladores más ultraderechistas de la Cámara; la mayoría niega la validez de las elecciones de 2020 y son miembros del ultraconservador Freedom Caucus.