Por Guillermo Descalzi
Escritor, Periodista y Antropólogo
Las consecuencias de la destitución del Speaker de la cámara de representantes son potencialmente terribles: Los dos principales candidatos al puesto no aprobarían un centavo más para Ucrania.
Uno de ellos, Jim Jordan, tiene el apoyo de Trump, cuyo objetivo es desmantelar lo que llama el “Estado Administrativo”. Jordan ayudaría a desmantelar la función administrativa de la cámara de representantes, con la concentrando el poder en el jefe, Trump en la Casa Blanca, Jordan en la cámara baja. El otro candidato, Steve Scalise, es por el estilo… pero no cuenta con el apoyo de Trump.
La Casa Blanca está asustada. Prueba de ello es que ha anunciado la construcción de 20 millas de pared en la frontera, algo que Biden dijo que jamás haría, y anunció que empezarán a deportar venezolanos.
La votación que destituyó a McCarthy:
Demócratas Republicanos Total
Sí 208 8 216
No 0 210 210
Los números dicen todo. La extraordinaria caída del speaker McCarthy refleja un Partido Republicano ya ingobernable en una cámara de representantes ya desmantelada.
Los 8 republicanos que promovieron la destitución vencieron a los 210 que quisieron mantener a McCarthy en el puesto. Son la cola que menea al perro, 8 vampiritos chupándoles la sangre al resto de ellos.
El ahora ex speaker había hecho un trato faustiano, vendió su alma al diablo. En este caso, a los 8 republicanos extremistas del grupo MAGA (Make America Great Again) de Trump. Les hizo muchas promesas y pagó con su puesto cuando fue incapaz de cumplirlas.
Su desaparición refleja el reto del 96% de los congresistas republicanos que no pueden evitar ser sacudidos por 4% de ellos en su extrema derecha.
Ese es el problema del partido en general, que no puede evitar ser controlado por Trump, y es que la mayoría de sus políticos también ha hecho un trato faustiano: aceptar a Trump a cambio de ser reelectos.
El remedio para la mayoría republicana en la cámara no está en vencer a Matt Gaetz, el líder de su grupo MAGA: está en vencer su miedo a Trump, cuya presencia ronda sobre ellos.
Ahora, no es que Kevin McCarthy hubiese sido un santo. Practicó una obediencia abyecta a la extrema derecha hasta el momento en que decidieron derrocarlo. Les hizo concesión tras concesión para ganar sus votos y convertirse en su “jefe”, algo que nunca fue en la realidad-.
McCarthy les había prometido un trato justo a los demócratas, y un rol en el gobierno de la cámara de representantes, pero luego impulsó una legislación tan intensamente partidista que se hizo detestable para ellos. Lanzó una investigación para iniciar un proceso de destitución del presidente y llegó a un acuerdo con la Casa Blanca sobre el gasto y luego lo incumplió.
Su extraordinaria destitución dejó a la Cámara sumida en el caos, la culminación de nueve meses tumultuosos que empezaron con 15 rondas de votación para elegirlo y terminaron rechazándolo.
Fue el primer speaker en ser destituido en la historia del país.
Dijo muchas cosas que contrariaron a los republicanos de línea dura, a los demócratas y a la Casa Blanca. Cuando llegó el momento crítico, nadie estuvo dispuesto a rescatarlo.
Con el grupo MAGA del partido cada vez más ávido de confrontación, McCarthy se encontró fuera de lugar, un problema que obliga a que su sucesor tenga que pasar por “la prueba Trump”: Ser Trumpista hasta la médula.
Para McCarthy, que practicó un estilo inconsistente en hacer y decir lo que fuera para pasar el día, por fin se le acabaron los días.
Hizo lo correcto para la mayoría en la cámara, pero en el Partido Republicano actual hacer lo correcto en ojos de la mayoría es considerado una transgresión para la minoría que mueve al partido en el congreso.
Los 8 congresistas MAGA se perfilan algo así como la contrapartida, en la derecha americana, de lo que es el partido comunista chino donde la que manda es su reducida cúpula y el resto tendrá voz pero no tiene voto, no realmente.