Por Guillermo Descalzi
El tercer problema de los demócratas
La inflación sube y sube, Trump también sube y sube, y Biden baja y baja. La frustración con él está en su punto más alto y está causando su caída en las encuestas. Los alquileres aumentan un promedio de 10%; los artículos en los supermercados han subido hasta más de 30% en muchos casos, y ni qué hablar de la gasolina, todo esto mientras el Seguro Social aumenta un… ¡Generoso!… 5.6% a los jubilados.
Pero la inflación no será el caballito de batalla en las próximas elecciones. Vamos a ser nosotros, los hispanos. Los demócratas parecen no prestarle mucha atención al grupo que más necesitan, y, hoy por hoy, es el votante tradicional europeo-americano. Para estos, y por lo tanto para los demócratas, nosotros los hispanos somos… su tercer problema.
Los demócratas tienen tres problemas aparte de la economía. Primero está su personalidad dividida. Segundo, la falta de energía que irradia Biden, y tercero, da pena decirlo, somos nosotros los hispanos.
La política demócrata de hoy no crea energía, excepto aquella sobre el hispano, la inmigración y la legalización, los tres envueltos en uno, nosotros. Es una energía negativa que Trump es experto en manipular. Sería mejor, electoralmente, que el partido no hablase de esto. Me explico: Hillary Clinton perdió, aparte de por su personalidad, porque habló mucho de inmigración y raza, o cultura en nuestro caso, y los votantes que se necesitan para el colegio electoral no están ni con los hispanos ni los negros.
Esto es importantísimo en el Medio Oeste porque el colegio electoral está sesgado, por diseño, a los estados de poca población, en este caso mayormente rurales como precisamente los del Medio Oeste. Aquí es donde los demócratas tienen su opción más amarga. La mejor manera de ganar las próximas elecciones es no hablar de raza o cultura, e inmigración.
Obama evitó cuidadosamente tocar estos temas y el resultado fue su elección y reelección. Fue muy calculador y mesurado al respecto. La lección es simple: no hablemos de raza o cultura, y -especialmente- de inmigración. Es una manera de actuar que los demócratas parecen no haber aprendido, no parecen estar en contacto con la clase trabajadora europeo-americana.
Los latinos, que solemos ser moderados e incluso conservadores, hemos estado votando mayormente por los demócratas, entre otras cosas, por la amenaza grupal que sentimos en estos temas…. Pero son los mismos temas que ahuyentan al resto.
¿Seremos los latinos más lastre que bonanza en el panorama electoral demócrata? Si Biden habla de esto, entonces quizás pierda a los demás votantes que necesita atraer. Así que: ¿Somos los latinos malos, electoralmente hablando, para los demócratas en este momento?
¿Divide y vencerás?
No parece haber solución a corto plazo para Biden. No parece haber cosa que pueda decir o hacer que lo haga más popular. Trump, por otro lado, ha demostrado ser único en su capacidad de polarizar al electorado sobre líneas de clase, raza y etnicidad… e inmigración. Los demócratas parecen no tener un plan al respecto. Cualquiera que sea requerirá compromiso y disciplina, ausentes en un partido dividido.
Parece ser poco lo que Biden pueda hacer para evitar que el enfrentamiento de izquierda y derecha haga un desastre de su presidencia. Los demócratas parecen no saber cómo escapar los unos de los otros. Para trazar algún rumbo, para salir del peligro, necesitan encontrar la manera de actuar colectivamente.
Un 44 por ciento de los estadounidenses aprueba de Biden, 49 por ciento lo desaprueba… Está bajo el agua, no flota, y, lo que es peor, las encuestas sugieren que su apoyo se está hundiendo entre los que fueron clave en su elección: los negros, los latinos, las mujeres y los jóvenes. Es posible que su auge ya haya pasado. Su falta de devotos comienza a sentirse.
Luego está el factor Kamala: ¿por qué no ha florecido? ¿Por qué es que la primera mujer en la vicepresidencia, y de raza mixta negra, no genera más entusiasmo? Está resultando ser una vice-presidenta particularmente opaca, quizás hasta un error.
La derecha demócrata, representada por los senadores Joe Manchin y Kyrsten Sinema, está actuando sin piedad por Biden. El próximo año, mientras los demócratas aún controlen la Cámara, el Senado y la Casa Blanca, será su última oportunidad de cambiar de rumbo y, de paso, neutralizar el esfuerzo republicano por restringir el voto de manera que salga favorecido.
La polarización urbana versus no urbana hace que el Senado esté sesgado contra los demócratas. Están al borde de un abismo electoral. Para evitarlo, necesitan ganar estados que se inclinen por los republicanos. Para eso necesitan darse cuenta de su situación… y parecen no darse cuenta.
El Partido Demócrata también parece haber perdido contacto con la clase trabajadora, y no sólo europea, de todas las razas y culturas. Los progresistas se niegan a ver esta realidad. Mientras tanto nosotros somos… su tercer riel, el riel eléctrico en la línea del metro electoral en el país, y cuidadito con tocarlo.