La gran crisis de la democracia americana

Por Guillermo Descalzi
Escritor, Periodista y Antropólogo

Biden se cansó de esperar y efectuó el ataque más directo y frontal que haya hecho a su predecesor desde que asumió la presidencia. Era necesario por lo que está en juego, y lo hizo sin mencionar su nombre una sola vez.

¿Qué es lo que está en juego, cual es el problema?

En juego está la democracia en su acepción actual, y el problema es la adhesión republicana a una mentira fundamental. Todo congresista o senador que quiera ser aceptado como republicano, necesita abrazar, sostener y luchar por la mentira de Trump, esa de que él ganó la elección y los demócratas se la robaron.
El día de hoy ser mentiroso, abrazar la mentira de Trump, es requisito fundamental para ser un buen republicano. Hay susto en el partido demócrata porque ellos tendrán el poder, pero los republicanos lo controlan, un espectáculo que los tiene paralizados.

Los republicanos controlan la gobernación y la legislatura en casi la mitad de los estados, y controlan una, la legislatura o la gobernación, en estados de tendencia demócrata como Pensilvania, Michigan y Virginia. Los demócratas controlan menos de un tercio.
Los republicanos en eso se basan para recuperar la presidencia: aunque pierdan a nivel nacional, pueden robarse la victoria mediante el rechazo de los resultados a nivel estatal, algo legal porque la Constitución otorga ese poder a los estados.

Una ficción divergente

La ficción de que los demócratas se robaron las elecciones del 2020 se ha convertido en el principal instrumento de su dominio. Más del 70% de republicanos cree en el supuesto fraude que ellos preparan ahora.
Al país le tocará escoger entre la verdad y la fidelidad a la Constitución, o abandonar el estado de derecho en el país. Así de cruciales serán las próximas dos elecciones, la intermedia de este año y la presidencial del 2024. En juego está el destino de la democracia americana.

Es una divergencia en un lado de la cual está la facción “MAGA”, Make America Great Again, contraria a la democracia multiétnica, que explota fallas inherentes al sistema democrático de los Estados Unidos.
Pocos republicanos consideran que la incapacidad de Trump por la verdad sea un factor decisivo en la política. Puede que sea un mitómano, pero es su mitómano.
Buscan llegar democráticamente al poder, para entonces imponer su autoridad, como lo que hizo Chávez en Venezuela, un buen símil. Trump es el Chávez del grupo MAGA, Make America Great Again, Chávez de la derecha, pero Chávez, en fin.

Democracia a salto de mata

El plan republicano para interrumpir la certificación del voto el 6 de enero del 2021 fue concebible porque la Constitución divide las elecciones en contiendas separadas por estado. Las legislaturas estatales controlan su elección, y pueden rechazar el resultado de su elección e imponer otro… Sería “legal”. Trump quiso hacer eso.
Otra “falla” constitucional de nuestra democracia es que sesga el voto hacia los estados más pequeños y de poca población, para equilibrar su poder con el de los mayores y de gran población. De allí sale eso de que el perdedor del voto popular pueda ganar el voto electoral, porque ganó más estados, como cuando fue electo Trump a pesar de que su rival, Hillary Clinton obtuvo 6 millones de votos más.

El papel de las minorías divide a los partidos. El Demócrata tiende a impulsar la igualdad racial, social y de género, el Republicano se inclina a un pasado en el que eran varones blancos los que se ubicaban en la cima del poder. MAGA, “Make America Great Again”, invoca esa supremacía blanca, y está preparando el escenario para que las legislaturas republicanas decidan qué electores aceptar y cuáles cambiar.  
Las elecciones intermedias de noviembre y las generales de 2024 se llevarán a cabo bajo esa sombra, con los republicanos previstos a ganar una o ambas cámaras del Congreso este año.

Divide y vencerás

Luego está la supresión de votantes con la redistribución de los distritos electorales y las reglas para “sus” elecciones, estado por estado. Trump podría así volver “legítimamente” a la Casa Blanca en el 2024.
El desprecio por la legitimidad electoral amenaza con convertirnos en un país de elecciones “guiadas”, con ausencia de la verdad en la raíz de nuestra decadencia democrática.
Los demócratas quieren “facilitar” el voto y los republicanos quieren “verificarlo”. Debería ser posible lograr ambos, pero el Trumpismo busca “canalizar” el voto de las minorías. Los demócratas, por su parte, dudan de la verdad de las “verificaciones”. Se necesita un compromiso casi imposible en el ambiente actual.

El republicanismo MAGA reconoce que la verdad pura es incompatible con su victoria electoral: si buscas una perderás la otra, y quieren una verdad “preparada” y “asegurada”. Hay más, la mismísima encarnación actual del Partido Republicano está dividida entre republicanos de “country club”, la línea del ‘speaker’ McConnell, y republicanos “de la calle”, la línea del Trump, empeñado en peleas callejeras porque a eso es a lo que está acostumbrado.

Ambas líneas tendrán que elegir entre el poder y la supervivencia de nuestra democracia actual.
Un año después de la insurrección se puede decir que aun así Trump abandonase su candidatura, el partido no volverá a su encarnación anterior.
El camino a la supervivencia de la democracia americana pasa por la destrucción de la imagen de Trump.

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