Por Manuel Ramos
MSFS, AEP, CHFC, LUTCF, CFS, CES, CIS
Economista, Analista y Gestor de Inversiones
Conceptos históricos sobre el cobro de intereses
Desde el Código del Rey Hammurabi, sexto rey de la primera dinastía de Babilonia, (1792-1750 a. C.), pasando por los tiempos bíblicos y hasta hoy, la función económica de la tasa de interés no ha variado mucho. El interés sigue siendo el precio que se paga por el uso del dinero que le pertenece a otro, es un porcentaje del crédito o préstamo que se obtiene y que el deudor deberá pagar al acreedor.
Historialmente, el cobro de intereses era considerado ilícito, injusto y pecaminoso. La declaración más antigua conocida son los 282 artículos del código legal que el Rey Hammurabi estableció para regular la condición de personas esclavizadas debido a sus deudas. El rey no acabó con la esclavitud propiamente, sólo estableció una tarifa máxima de intereses y que la servidumbre a la que se estaba obligado no superase tres años si provenía por adeudos.
Para la tradición judeocristiana el cobro de interés era pecado y el culpable era el acreedor y no el deudor, era el banquero que prestaba con interés y no el que desesperadamente pidía el préstamo. En el Antiguo Testamento se prohíbe esta práctica, en Deut. 23: 19-20, dice: “No cobrarás interés a tu hermano sobre dinero, alimento, o cualquier cosa que pueda ser prestado”. Aunque más tarde, Jesús mencionó el uso corriente de los intereses en la Parábola de los Talentos, como una forma de ganancia de los banqueros (Mt. 25: 27).
Edad Media
En la Europa cristianizada de los siglos V al XV, el cobro de interés era inaceptable, pues el tiempo es propiedad divina y cobrar interés usando el tiempo equivalía a comerciar con la propiedad de Dios. El teólogo y filósofo católico, Tomas de Aquino (1225-1274), representante de la enseñanza escolástica alegó que cobrar interés es un cobro doble, uno por la cosa y otra por el uso del objeto.
Los cristianos no podían dedicarse a prestar dinero con interés, esa labor fue confiada a los judíos, que posteriormente serían los banqueros del Renacimiento. Pero las guerras santas cambiaron la visión de la iglesia católica sobre los préstamos con interés. Un préstamo a nombre de Dios siempre era bien recibido. A partir de esta tolerancia, grandes fortunas fueron amasadas por los Médicis y los Borgia, entre otros potentados.
El teólogo Martín Lutero, (1483-1546), justificó las actividades de la naciente burguesía. Prestar dinero con intereses ya no era pecado. Mientras el agiotismo fuera amparado por la ley, era bien visto y a partir de entonces prestar dinero tenía la complacencia de la sociedad y de Dios.
Renacimiento
Durante el Renacimiento, los contratos de préstamos se utilizaron para desarrollar la infraestructura de las ciudades y el consumo personal. La corriente filosófica de Salamanca percibe así las tasas de interés: “Si el que pide un préstamo recibe un beneficio, quien se lo otorga tiene derecho a una parte de dicho beneficio, ya que el acreedor toma el riesgo de no recuperar el bien prestado; además, de incurrir en un costo de oportunidad, pudiendo usar el bien de otra forma”.
La visión de Martín de Azpilcueta, (1492-1586), teólogo, canonista y economista español, es que los individuos preferimos recibir un bien ahora, que recibirlo en el futuro. Esta preferencia en la utilidad del bien implica una diferencia de valor. Así, el cobro de una tasa de interés representa un pago por el tiempo que el acreedor se priva del bien.
Siglos XVIII al XX
Las bases del precio del dinero se formaron a través de la ley de oferta y demanda al surgir las teorías económicas clásicas del siglo XVIII, con Adam Smith, considerado el padre de la Economía (La riqueza de las naciones, 1775) y Jeremy Bentham (En defensa de la usura, 1790).
Posteriormente, Karl Marx en El Capital, de 1867, consideró al dinero como mercancía y profundizó sobre las consecuencias de su transformación, surgiendo así el capital financiero, que rinde intereses independiente de la ganancia del capitalista empresarial.
Iniciando el siglo XX, Irving Fisher adaptó el efecto de la inflación al estudio de las tasas de interés nominal y real del dinero. Es decir, cómo es que la tasa de interés mide la función entre el precio futuro de un bien con relación a su precio actual. Actualmente, el concepto de la tasa de interés está influido por las teorías económicas de John Maynard Keynes, Milton Friedman y Frederick V. Hayek, principalmente.
Los tipos de interés artificiales implican un riesgo sistémico
Desde la perspectiva austriaca del ciclo económico, la manipulación a la baja de tipos de interés, aunada a un incremento del dinero circulante sin previo respaldo del ahorro voluntario, engendra una expansión económica artificial. Después, el bajo costo del crédito crea un falso auge económico, se distorsiona el sistema de precios y se crean burbujas especulativas en todos los mercados. Esto induce a los agentes económicos a realizar inversiones de largo plazo, que terminan siendo malas inversiones una vez que la autoridad monetaria acomoda los tipos de interés a su verdadero nivel.
Cuando un bien está inflado por efecto de manipulación con bajo interés e impresión monetaria, es para estimular el consumo en tiempos de recesión, por ejemplo: la compra de una vivienda, refinanciamiento de actuales préstamos, consolidación de deudas, (tarjetas de crédito, autos, casas, negocios, préstamos de estudiantes, etc.); y ese es el mejor momento para reducir el pago de una deuda y ahorrar intereses.
Aunque se escuche bien, al comprar un bien inmueble cuando el interés es bajo, la distorsión del precio no compensa el factor riesgo/ganancia una vez que el bien inflado estalla cuando aumenta la tasa de interés. La tasa de interés es una variable de política monetaria que se usa igualmente para reducir y crear inflación.
¿Por qué la Reserva Federal manipula la tasa de interés?
Para estimular el consumo, ya que uno de esos consumidores es el Estado, que no puede emitir acciones para financiar políticas públicas. Cuando el gobierno necesita dinero, por ejemplo, para financiar paquetes de rescate fiscal como el actual rescate por Covid19, emite deuda con la emisión de bonos, que son una deuda que adquiere el gobierno para con quien le presta; si la tasa de interés es baja, este puede endeudarse “sin límite” a bajo costo.
Actualmente, la deuda nacional financiada de EE. UU. ronda los 30 trillones de dólares. Si la Reserva Federal normaliza la tasa de interés, es posible que el gobierno tenga que declarar un impago de la deuda, al no contar con los ingresos suficientes para solventar. La deuda total del gobierno federal incluyendo la de los estados y municipalidades con relación al PIB del país, asciende a un 143% en 2021. Esta cifra no incluye la deuda no financiada (unfunded liabilities), que ya excede a los 150 trillones de dólares.
¿Cómo afecta la deuda a la calidad de vida de los estadounidenses?
Las deudas deterioraran constantemente la calidad de vida. Muchas personas viven asfixiadas y en constante estrés financiero. La realidad, es que una gran mayoría de estadounidenses compró la idea de que no se es nadie si no se tiene crédito; es decir…que hay que vivir endeudado. El crédito es clave para el desarrollo de una economía, pero el exceso es contraproducente. Al presente, la deuda estudiantil está cerca de 2 trillones de dólares, el adeudo nacional en tarjetas de crédito ronda un trillón de dólares y los préstamos hipotecarios exceden los 16 trillones de dólares.
Recomendación final
Estados Unidos paso de ser un acreedor a un país deudor. Los bancos principales acreedores del país son los de Japón, China, Inglaterra, Irlanda, Luxemburgo, Brasil y Suiza, que poseen casi un tercio de la deuda pública. El resto pertenece a bancos e inversionistas estadounidenses como la Reserva Federal, gobiernos estatales y locales, fondos mutuos, fondos de pensiones, compañías de seguros y bonos del ahorro.
A pesar del exceso de deuda, EE. UU. todavía es la economía más estable del mundo. Como individuos debemos aprovechar la manipulación del ciclo y usarla a nuestro favor. Si los bienes están inflados es tiempo de venderlos con márgenes de ganancia.
Es cierto que la inflación es un impuesto escondido, pero existen mecanismos para diferirlo. Busque asesoría fiscal. Si es tiempo de refinanciar a bajos intereses y ahorrarse miles de dólares, no pierda la oportunidad, ¡hágalo ya!
Como dijo el gran Adam Smith: todo debemos hacerlo por interés propio y no por el del vecino.
“Los ricos gobiernan sobre los pobres y el prestatario se convierte en esclavo del prestamista”.
Proverbios 22:7