Trump Über Alles

 Por Guillermo Descalzi

Escritor, Periodista y Antropólogo

Trump Sobre Todos, por encima de todos, hace eco a Deutschland Über Alles de la Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Se aplica a Trump por encima de todos en el partido republicano, y quizás encima de Biden, a quien las encuestas colocan un punto encima de Trump, dentro del margen de error. También parece Luis Miguel, el Sol de México, Trump como el sol en las elecciones venideras, el imposible de tapar porque mientras más intentan hacerlo, más visible está. 

Aquí hay, como en todo, dos lados de la historia. Primero, el lado de la tradición política americana tal y como ha venido siendo hasta Trump: El aspecto más asombroso de su cuarto encausamiento no está en la magnitud de la conspiración para robarse la elección en Georgia. Lo más asombroso es que Trump -el acusado cabecilla de la trama- podría volver a la presidencia, jurando defender la Constitución que violentó.

Parece no importarles a quienes lo siguen. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta, y exige respuesta. La gravedad de la crisis creada por Trump y el esfuerzo legal para que rinda cuentas se profundiza ante lo que significaría su victoria en las próximas elecciones: Que Estados Unidos abandone su papel hegemónico en el mundo y se dedique a engrandecerse, el America First de Trump, y el resto al diablo. Significaría no sólo el fin de la actual estructura mundial, significaría también el inicio de una variante en la democracia americana, una de “Democracia Paternalista” en la cual Trump sería no el Big Brother, si no Big Daddy, el Gran Papá, como en la famosa novela de George Orwell, 1984. No fue en 1984 pero podría ser en el 2024. ¿Será que queremos un Big Daddy? ¿Por qué? Estaríamos cediendo el paso a un mundo temporalmente multi-polar, una ilusión porque siempre habrá quién se coloque encima, un Primus inter Pares, la China en alianza con Moscú como subsidiaria a la larga, subalterna.  

Esto es lo que está en juego. ¿Nos damos cuenta? Siguiendo con el surrealismo: Trump ha logrado que las acusaciones en su contra, sin precedentes hasta hace apenas unos meses, parezcan ahora rutinarias. El último caso, el de Georgia, es especialmente significativo porque incluso si volviera a la Casa Blanca no podría perdonarse por un crimen estatal, no podría auto indultarse. Estamos al borde de un precipicio político. Las acusaciones contra Trump empequeñecen cualquier otro escándalo político estadounidense, incluido el de Watergate que derribó a Richard Nixon. Es el asalto más flagrante a la democracia americana, pero parece no importarles a los millones en la base súper leal de Trump.   

AHORA, SU LADO EN ESTA HISTORIA: Hay una creencia profunda y sincera entre muchos republicanos de que las acusaciones contra Trump prueban que el Gobierno ha sido convertido en un arma contra él. También creen que el sistema electoral se ha corrompido, una creencia que Trump lleva años promoviendo. Primero afirmó -falsamente- que el sistema electoral ya fue fraudulento en el 2016, cuando venció a Hillary Clinton en el Colegio Electoral, pero perdió en el Voto Popular. Muchos republicanos también ven las acusaciones contra Trump a través del prisma de lo que consideran acusaciones injustificadas y no probadas sobre el supuesto apoyo de Rusia a Trump en el 2016. También hay que tener en cuenta las afirmaciones de Trump de que lo atacan para atacarlos a ellos, sus seguidores, diciéndoles que él es su escudo, su pararrayos, un argumento popular entre ellos, y luego está la reacción de los principales republicanos en el Congreso, que pone de relieve su enorme fuerza en el partido.

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