Por Guillermo Descalzi
Escritor, Periodista y Antropólogo
UCRANIA. Aquí el Hitler es Putin, dispuesto a destruir todo con tal de quedarse con su territorio. ¡Y tiene la desvergüenza de decir que lo hace para desnazificar Ucrania! Estamos en febrero, a poco de cumplirse el primer aniversario de la invasión rusa, el 20 de este mes, y Putin se apresta a dar su próximo zarpazo.
¿Por qué ahora?
En un mes más entra en acción el “General Lodo”, el 21 de marzo, comienza la primavera y el terreno se vuelve un lodazal que atrapa tanques, equipo pesado y soldados. Así que esperen para un mes antes, alrededor del 21 de febrero, la segunda gran ofensiva Rusa, cuando las maniobras de cañones, tanques, plataformas de cohetes y soldados todavía son posibles de mover.
El temor ruso en la actualidad está relacionado a una antigua teoría militar: “escalar para des-escalar”, la idea de elevar tanto las apuestas en el conflicto que el enemigo no vea otra opción que negociar, independientemente de sus ventajas o desventajas. A eso se aprestan los rusos, a ese tipo de ofensiva, y seguramente será mortal para muchos, pero también en la estrategia militar rusa está el uso de soldados como carne de cañón. Los entendidos hablan de cien a doscientos mil muertos y heridos rusos y unos 100 mil ucranianos.
Aquí entra a talar el terreno político: ya ven el año pasado cuánto le costó a Putin el anuncio de su reclutamiento de 300 mil hombres. Por eso ahora recluta presidiarios para su ejército “privado”, el grupo “Wagner”. La vuelta a una guerra de desgaste habrá aliviado un poco la ansiedad nuclear, pero la teoría de “escalar para des-escalar” es relevante para la situación en Ucrania y parece ser la estrategia rusa convencional para la campaña de primavera.
La estrategia deseada por Ucrania sigue siendo la de adquirir tantas armas como sea posible, y Estados Unidos y la OTAN acaban de concederle algo que hasta hace poco les negaban: Tanques modernos, que no tendrán muchos problemas ante las vetustas armas rusas que aún se basan en diseños de la era soviética….
Pero hay un problema:
¿Llegarán a tiempo?
Sólo faltan dos semanas, cuatro a lo máximo, para que se reinicie una batalla de gran fuego y Washington está hablando de mandarles a hacer 31 tanques Abrahams, los más avanzados del planeta. Si fuera así, eso va a tomar meses en concretarse y los ucranianos no tienen ese tiempo.
Europa tiene muchos tanques Leopard 2, unos dos mil de manufactura alemana, y Alemania ya ha autorizado su entrega. Ahora los países de la OTAN deben entregarlos, y por su parte, Boris Pistorius, ministro de defensa alemán, sólo se ha comprometido a la entrega de catorce.
La posición formal de la Casa Blanca es que Ucrania tendrá nuestro apoyo hasta la victoria… Pero el enfoque cauteloso que el presidente Biden y su equipo han adoptado respecto al armamento que podría cambiar radicalmente el equilibrio de la guerra, indica que el objetivo próximo de la Casa Blanca es un armisticio favorable, no la derrota completa de Rusia, un nuevo país partido, como Corea del Sur y Corea del Norte, Ucrania ucraniana y Ucrania rusa.
Bandos en enroque
Aquí, escalar para des-escalar jugaría a favor de Rusia… a no ser que Ucrania logre milagros ante la nueva y prevista ofensiva rusa. Perder podría ser el “acabose” para Putin. Su supervivencia en el poder está en juego. Para llegar a esa paz imaginaria hay que convencer a los rusos de que un verdadero armisticio -en contraposición a otro “conflicto congelado”-, les beneficia, de que si mantienen la guerra a fuego lento seguirán perdiendo hombres y material a un ritmo brutal y desestabilizador del régimen.
Esa sería una victoria para Putin: cederle los territorios ocupados en la línea de fuego entre los dos países. Solo hay un problema: Zelensky se resiste a aceptar esa idea.
Uno esperaba que la contraofensiva ucraniana del otoño pasado y la resistencia de Europa durante los meses de invierno, hasta ahora exitosa, fueran decisivas para empujar a Moscú a aceptar esta realidad, e incluso a elaborar sus propias propuestas para una solución negociada.
Pero en lugar de ello, los rusos no sólo parecen atrincherarse, sino que se preparan para una nueva ofensiva. Lo que explica, a su vez, por qué la Casa Blanca de Biden y los aliados europeos están subiendo cautelosamente -y con cierta vacilación-, el dial de la escalada, permitiendo un aumento del flujo de tanques y blindados pesados hacia Ucrania.
Hasta ahora, no se trata de una política diseñada para abrumar completamente una movilización rusa o expulsar a los rusos de Ucrania. Es una política aparentemente destinada a atascar la nueva ofensiva, a hacer que los rusos pierdan potencialmente más terreno, y a mostrar a Moscú que no puede ganar una guerra dura más fácilmente de lo que inicialmente esperaba ganar en una corta.
Es una escalada del grupo de amigos de Ucrania que asume que los rusos necesitan un poco más de convencimiento, y entonces estarán abiertos a la desescalada que no hemos sido capaces de lograr.
Pero una lógica similar también parece estar impulsando la estrategia rusa, en la medida en que podamos ver a través de la niebla que oscurece nuestra visión de las intenciones rusas.
Desde la supuesta perspectiva rusa, los avances ucranianos en otoño y la resistencia europea en invierno han hecho más urgente el éxito militar. No tiene sentido para ellos elaborar propuestas de paz mientras los ucranianos estén convencidos de que pueden conseguir una victoria total, y están más convencidos de ello que nunca.
Finalmente: Va a haber una nueva intentona, una blitzkrieg desde Belarus, no me cabe duda, un “all or nothing”, todo o nada para Putin, y esta prueba sólo puede conseguirse mediante la escalada, con la esperanza de que la desescalada espere al otro lado.
¡Se viene la escalada, y se viene ya, con repercusiones mundiales!